Microrrelato sin título
Marco se alejó demasiado, correteando con su globo rojo hacia las enormes zarzas espinosas, sin pensar en que, tarde o temprano, la explosión despertaría a las serpientes que dormitaban entre la espesura. No llegaría a soplar ninguna de las siete velas que le esperaban sobre su tarta de cumpleaños; tres pares de colmillos envenenados atravesarían sus inocentes tobillos y le paralizarían en pocos segundos. Moriría bajo el zarzal, solo y asustado, sin poder articular ni una sola palabra.
Sin embargo, aquella sombra sinuosa que le seguía a todas partes, cortó el cordel del globo justo antes de que todo aquello ocurriera. Marco vio, con tristeza, como la esfera colorada escapaba arrastrada por el viento. Apretó los labios desolado y se alejó del zarzal lloriqueando. Al regresar a la fiesta, abrazó a su madre y le dijo entre lágrimas:
— Ojalá papá estuviera aquí.
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